El eje del trabajo clínico es la comprensión del proceso evolutivo de la Conciencia.

El espíritu podrá volar hasta el cielo, pero el alma,

ella tiene que ir a sus profundidades, al fondo de sí misma.

Rhoda Lerman


Como abordaje holístico (integral) del Ser centra su tarea en el estudio, investigación y trabajo con la Conciencia en sus distintos niveles de manifestación.

Así entonces crea un contexto para favorecer el ingreso a estados no ordinarios de conciencia (aquellos diferentes del habitual).

El proceso de trabajo compromete todos los niveles de la persona: físico, emocional, mental y espiritual.

Aprender a moverse hacia nuevos territorios es acceder a una mayor comprensión sobre la verdadera naturaleza de quienes somos.

La activación del proceso de auto-conocimiento origina la condición necesaria para la exploración de las regiones interiores todavía inexploradas.

Estas zonas temidas desde el mismo desconocimiento son portadoras de una potente energía que espera con prontitud ser liberada a favor del crecimiento y la evolución.

martes, 14 de marzo de 2017

León David - El manantial y la flor

El que sólo se cuida de sí mismo no es capaz de amar


- Te amo- decía la flor con voz insinuante al cristal de la fuente. Y mientras susurraba tales razones, se inclinaba sobre su tallo tembloroso para contemplar, emocionada, la imagen que el espejo de las aguas le devolvía.

-No puedo vivir sin ti- juraba con apasionado acento la linfa cristalina a la criatura de pétalos que su húmeda pupila reflejaba.

Advirtiendo el idilio, no atina el joven Chao-Wung a contener su entusiasmo:
- Qué romance tan enternecedor !

A lo que su maestro, que casualmente pasaba por allí y alcanzó a escuchar el comentario del discípulo, repuso:
- Te equivocas, amigo mío; el verdadero amor tal vez no posea tanta elocuencia, pero es más desprendido ... acércate y presta atención a lo que vas a oír.

Entonces el intuitivo anciano pregunta a la flor:
_ Por qué amas a la fuente?
- Porque en sus aguas puedo, siempre que lo desee, admirar mi hermosura - arguyó con desenfadada sinceridad el presuntuoso botón

- Y tú , cantarino manantial, por qué no sabrías vivir sin la flor? - inquirió nuevamente el maestro.
- Porque cuando la flor se inclina para verse reflejada en mis ondas, se humilla y acepta que nada hay tan digno de encomio como mi plateada superficie - contestó con vanidoso acento el aludido.


Desengañado y algo molesto de su propia ingenuidad, Chao-Wung, en compañía del anacoreta, se retiró de aquel bucólico paraje.
Mientras se alejaban la flor repetía incansablemente: "te amo", y, convincente, respondía el manantial: "no sabría vivir sin ti".


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